martes, 14 de octubre de 2008

Cuando sea grande......

Ayer, mientras volvía del almuerzo, intentaba cruzar la Avenida 12 de Octubre para volver a la Universidad. Digo que intentaba, porque los semáforos no estaban funcionando y la gente que conducía los autos estaba desesperada por pasar primero.
Quiero recordar que yo nunca utilizo el paso peatonal que está justo en esa calle, no por inconsciente, sino porque ha habido varios casos de robos a las personas que lo utilizan. Te atrapan arriba y no hay quien te salve. Creo que es más seguro cruzar por abajo, cuando el semáforo está en rojo.
Bueno, en fin, el tráfico estaba terrible y era imposible cruzar. En la vereda, había un viejito sentado, que observaba como se desarrollaba la situación. De repente, el viejito (que era bien viejito además) se levantó, sacó un chaleco de esos que brillan en la oscuridad que los chapas usan para que les vean mientras dirigen el tránsito, y una gorra de policía, y empezó a dirigir el tráfico. Al comienzo, los autos no le hacían caso, es más, la gente empezó a decir que era un viejito entrometido y que solo estaba empeorando la situación. Pero poco a poco, los autos empezaron a seguir sus direcciones y a parar para que la gente pase.
Yo me puse a observar la situación y a su protagonista. Pensé que el hombre se había cogido la gorra de su hijo o su nieto policía, pero me di cuenta, que el chaleco estaba raído, y que la gorra de policía era muy antigua, pues tenía un sello diferente a las de los policías de hoy. Además, el viejito, sabía muy bien cómo dirigir el tránsito. Me di cuenta que realmente, este viejito había sido antes un policía y que lo estaba haciendo tal vez para recordar su época de gloria, y de paso, ayudaba a mucha gente en cruzar. Me dio ternura y pena de ver todo esto, pues me puse a pensar en lo feliz que habrá sido este hombre antes, antes de que le dijeran que ya no sirve para el trabajo y que debía jubilarse.
Me inquieta pensar en que en algún punto, esto también va a pasar conmigo. Las generaciones jóvenes toman la posta de las anteriores,. esa es la ley de la naturaleza. Pero, ¿qué pasa con la gente que ama lo que hace y tiene que dejar de hacerlo? Será tristeza lo que me invada en ese día, o tal vez alivio de saber que hice lo que tenía que hacer por el tiempo que tenía que hacerlo. No sé… La verdad es que yo quiero llegar al final de mi vida pero con satisfacción de haber logrado algo. Algo que ayudó a la gente y que en el camino me hizo crecer como persona, como individuo, como mujer.
Pero quiero poder llegar a decir que trabajé para vivir, no viví para trabajar. Porque a pesar de lo gratificante que puede ser tu trabajo, no puede compararse con la gratificación que puedes obtener de haber vivido una vida plena, hermosa, llena de sorpresas y pequeños detalles que contribuyeron a tu sabiduría y a tu felicidad.

2 comentarios:

Byron Ronquillo Narváez dijo...

Que bonita publicación, siempre me gusta leer esas profundas reflexiones que tenemos a diario y que por lo general tan solo las "escuchamos" nosotros mismos y luego se pierden en la rutina o en los quehaceres...

Cuando mi abuelito se jubilo de la Fae se aferro a su trabajo continuando trabajando en TAME, pero incluso allí llego su jubilación, adoro a mi abuelo y en verdad me dolio verlo luego de un par de semanas del "tiempo de descanso" cuando la verda ya no sabía que hacer con tanta libertad...

Sin embargo hay etapas, como las de la vejez que no solo hay que pasarlas sino aprender a pasarlas bien, como dices "con el alivio de saber que hice lo que tenía que hacer por el tiempo que tenia que hacerlo"...

Un beso grande

yop

Liankat dijo...

Si, hay gente que lo toma de cierta manera, que realmente es super interesante, mientras que hay otras personas que de hecho, se apagan una vez jubilados, y es ahí cuando por aburrimiento empiezan todos esos malestares y cosas que terminan convirtiéndote en un ser que solo camina por este mundo, sin valor o importancia.....

Que chévere comentario!!!! Gracias mi amor....